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Ana Bretaña
REHABILITACIÓN ENERGÉTICA ANTE EL CAMBIO CLIMÁTICO
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El próximo 5 de marzo se celebra el Día Mundial de la Eficiencia Energética. Hoy, lamentablemente, ya no hay ninguna duda de que el cambio climático es una realidad. Tampoco ofrece discusión el hecho de que una parte muy importante de ese cambio climático viene motivada por las emisiones producidas por nuestras ciudades, donde la edificación es responsable de más del 30% del CO2 emitido a la atmosfera.

 

Es por ello que, en el marco de cumbres como la recientemente celebrada convención sobre el cambio climático COP 25 de Madrid, los expertos coinciden en reclamar a los gobiernos la adopción de medidas y normativas para atajar el problema. En el caso concreto de la ciudad construida, esas medidas deben facilitar la puesta en marcha de actuaciones de regeneración energética a escala de barrio y de ciudad con dos objetivos centrales: reducir al máximo el consumo energético de nuestros edificios y favorecer que la energía que consumamos sea renovable y local.

 

En Navarra tenemos la ventaja de contar con un marco de apoyo a la rehabilitación excepcionalmente bueno en comparación con el resto del estado. Por una parte, contamos con el mejor régimen de ayudas a nivel nacional, tanto por cuantía como por ser ayudas estables en el tiempo, no sujetas a convocatorias. Las ayudas concedidas por Gobierno de Navarra se han triplicado en los últimos cinco años hasta alcanzar los 74,3 millones de euros. Por otra parte, contamos con competencia fiscal propia, aspecto crucial en la rehabilitación que ha posibilitado la adopción de medidas de apoyo a la rehabilitación, como las recientes exenciones fiscales dirigidas a la población con menores ingresos. Todo ello unido a que somos una comunidad pequeña y, por lo tanto, con un gobierno muy cercano a la ciudadanía.

 

Además, este marco foral de soporte a la rehabilitación puede mejorarse a nivel local por medio de ordenanzas específicas de apoyo que –defendemos- deben ir orientadas a la población más vulnerable.

 

Por otro lado, al contrario de lo que sucede en otros sectores -como la tecnología, el transporte o la ganadería, donde el combate contra el cambio climático parece que va a implicar renuncias en pro de un «decrecimiento sostenible»-, la rehabilitación energética solo implica ventajas. Ventajas tanto en términos medioambientales como sociales, porque frena procesos de deterioro de los propios barrios, mejora la salud, el nivel de confort y calidad de vida de los usuarios; y es la única solución real al grave problema de la pobreza energética.  Sin olvidarnos de que constituye una medida clave para alcanzar una economía competitiva en una región como Navarra, donde toda la energía fósil que consumimos procede del exterior.

 

Este gran reto lo asumió Nasuvinsa cuando impulsó, primero en 2009 en Tudela, el Proyecto Lourdes Renove, y más tarde en 2014, en el barrio pamplonés de la Txantrea, el Proyecto Efidistrict. El objetivo en ambos casos ha sido promover la rehabilitación energética pero no de forma individual en cada vivienda, sino a nivel de barrio. Teniendo en cuenta que los barrios construidos entre los años 40 y 80 tienen a día de hoy problemáticas y necesidades similares, pretendíamos implementar soluciones globales que contaran desde el inicio con la participación activa de sus habitantes. No hay que olvidar que las mejoras que deben llevarse a cabo son obras privadas: es el propio vecindario quien tiene que acordar, en sus juntas, si acomete dichas mejoras.

 

De este modo, en Nasuvinsa entendimos que era la administración quien debía asumir el papel de promotor profesional, definir el Plan de Actuación Global y llevarlo a cabo a través de equipos de gestión profesionales ubicados en el propio barrio. Estos equipos de gestión no sustituyen nunca a los necesarios agentes implicados (administración, técnicos, administradores de fincas, constructoras, entidades financieras, etc.) sino que ejercen el papel de dinamizadores para lograr una mayor interacción entre dichos agentes. Todo ello con el objetivo común de ofrecer el mejor servicio a las vecinas y los vecinos en un ambiente de confianza mutua.

 

En el caso del proyecto Efidistrict de la Txantrea, persigue la rehabilitación energética de sus edificios mediante la actuación en la accesibilidad, la envolvente térmica y las instalaciones. Las cifras de los vecinos adheridos hablan por sí mismas: 642 viviendas fueron rehabilitadas en la primera fase, cuando el objetivo inicial del proyecto eran 156 viviendas. Además, en la segunda fase de ejecución, que se desarrollará principalmente a lo largo del año 2020, se rehabilitarán 1.107 viviendas más.

 

Otro pilar del proyecto de la Txantrea es la construcción y puesta en marcha de una gran central de calor alimentada por biomasa, la cual suministrará agua caliente tanto a los edificios públicos como a las salas de calderas de las actuales calefacciones del barrio. Actuación que ha sido adjudicado a la empresa Engie y que cuenta con fondos europeos FEDER.

 

Un caso de éxito que se está trabajando en replicar, también a nivel de barrio, en otras localidades navarras. Concretamente, en Tudela, Noáin, Zizur, Villava, Ansoáin y Barañáin, a través de dos proyectos europeos. Una vez más, bajo un modelo de gestión innovadora que pone a la ciudadanía, a las usuarias y usuarios, en el centro de todo el proceso de transformación de sus viviendas y barrios.

 

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